
Apenas tres goles a favor y ninguno en contra en cuatro fechas.
Sin goles en contra en 4 fechas como hacía 14 años y con tan pocos a favor como desde el 94, River suma. ¿Le alcanza?
Al viejo proverbio de Amadeo Carrizo se le achicaron las letras. Aquello de que “el arco de River es el más grande del mundo” resulta algo extemporáneo en esta época de cambios frenéticos. Los palos siguen midiendo 7,32 y 2,44, de modo que aún configuran una superficie imaginaria de 17,86 metros cuadrados. Pero lo que no puede medir la geometría sí lo coteja la puntería. Este equipo encogió los dos arcos, el propio y el rival. Las cuatro fechas del torneo dan cuenta de esos números.
No es que Chichizola pretenda discutir al gran Amadeo. Sí es verdad que River no mantiene la valla invicta en los primeros cuatro partidos desde el Clausura 97 (atajaba Bonano). ¡14 años! Tampoco es que a Pavone se lo pueda comparar con Francescoli. Sí es cierto que desde el Apertura 94, a esta altura del torneo, no se convertía tan poco. ¡17 años! Aquella vez los goles llegaron en la quinta fecha. Fue 4-1. Fue contra Vélez, casual rival del domingo.
Las virtudes de River son hermanas de las carencias. Pero al equipo de Jota Jota aún se le cuentan más las primeras. ¿Por qué? Por el cero, por el orden, por la solidez.
Para explicar este invicto hay que partir del pibe-revelación. La preocupación que generó la ausencia de Juan Pablo Carrizo dejó de serlo cuando Leandro Chichizola mostró su aplomo. Le llegan poco.
La segunda razón obedece a la pata defensiva. Este equipo concibe la idea bloque como pilar de la recuperación. Es difícil encontrarlo mal parado. Las excepciones se contaron con los dedos de una mano en un par de contraataques de los últimos dos partidos. Esto se sostiene con sacrificio, voluntad y una gran dosis de desgaste físico. La pretemporada sirvió para darle vigor a músculos que, a los ojos del entrenador, estaban un tanto aburguesados.
Y la tercera explicación de este cero positivo descansa en el factor mental. Empatar ya no equivale a decir vamo-todo-pa’l-frente. “El punto vale”. “No se perdió, y es importante”. Las declaraciones del domingo de Almeyda y Ferrero lo dicen todo.
Para JJ el fútbol es equilibrio y funcionamiento. El equilibrio es un hecho. El funcionamiento, una incógnita. Incógnita que se vincula con los pocos goles convertidos, con un dibujo que deja solo a Pavone, con falta de movilidad, con exceso de pelotazos... No es fácil articular el ideal Negro. Barcelona hay uno solo. A Valdés no le llegan. Ah, y los arcos de los rivales suelen parecer los más grandes del universo.