
PASO EN FALSO. River tenía que ganar para seguir arriba y se dejó empatar.
El Millonario había llegado al triunfo por un gol de cabeza del Keko Villalva, a dos minutos de haber entrado. Sin embargo, cuando parecía que River tenía el partido totalmente controlado contra un rival que jamás intentó jugar al fútbol, una contra bien manejada por los visitantes puso el 2 a 2 final.
River tenía una sola meta: ganar. No importaba cómo, ni por cuánto. El Millonario tenía que conseguir el triunfo para seguir dependiendo de sí mismo, pero no pudo vencer a un rival largamente inferior.
En un partido donde hubo un solo equipo que quiso atacar, increíblemente el otro conjunto hizo dos goles. Guillermo Brown pegó una vez en cada tiempo: primero, mediante una contra en la que, otra vez, los defensores de RIver dejaron la marca de manera infantil.
El horizonte se aclaró con el espectacular tiro libre de Cavenaghi, que jugó un buen partido y mostró su mejor cara. La cantidad de ataques generados por el equipo de Almeyda fue mayor a todos los partidos anteriores, pero recién pudo llegar el segundo gol con un cabeceador impensado.
Daniel Villalva, que había entrado dos minutos antes por Ocampos, cabeceó en el área chica de Brown y le dio el 2 a 1 a River a diez del final. Todo era fiesta, punta y delirio en Núñez.
Pero, claro, estamos acostumbrándonos a sufrir como nunca antes, y hoy no fue la excepción. Díaz desapareció del mapa en una contra de Brown, que atacaba con un solo hombre, y el pobre Keko no llegó a tapar el remate del final, que decretó el empate.
Sí, el más goleador de todos (River) no le pudo ganar al más goleado (Brown). Quizás ahora se entienda que no había que pensar en Rosario Central antes de tiempo, ni subestimar a los rivales. Sufriremos hasta la última fecha, y el próximo sábado habrá que ganar en una caldera.