Segun la Wikipedia, se lo conoce también con los nombres de Pyragué (pies peludos), Karaí pyhare (Señor de la noche) y Kuarahy jára (Dueño del sol, tal como se lo conoce en el mito mbyá del sur del Brasil) y Pombéro.
Este anigmático duende ha sido visto numerosas veces con mayor frecuencia en el norte argentino; Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Catamarca, Jujuy, el sur de Brasil y Paraguay.
A pesar de su aspecto poco amigable, el pombero puede llegar a ser amigo del hombre, dependiendo de su conducta aunque su función principal es la de cuidar el monte y los animales salvajes. Le encantan además el tabaco y la miel.
Cuentan que una vez, el Pombero se enojó con un hachero de la provincia de Formosa: Marco Gavasa, lo sacó del rancho con cama y todo durante la noche y lo dejó en medio del monte. Esto mismo se repitió durante varias noches hasta que una vuelta lo golpeó y lo dejó paralítico. Marco Gavasa murió a los 86 años en el año 1972.
Quiere a los chicos buenos y golpea a los malos. Cuando uno le imita el grito o el silbido, éste le contesta en forma enloquecedora. Dicen que se lo ahuyenta con ajo.
Por su parte nos han contado que en Corrientes la historia es un poco distinta, allí es más parecida al duende norteño, pues es un petiso narigón con gran sombrero aludo y con gran dote masculino que aparece en los bananales a la siesta y suele perseguir en especial a las niñas. Apodado el duende sombrerudo o señor de la siesta a los niños se les hace dormir después del almuerzo para evitar encontrarse con él.
Apariciones del pombero
Una de las apariciones recientes del Pombero que llegó a oidos de la prensa y los medios de comunicación, sucedió en el año 2007. Una niña de 13 años y su prima de 15, presentaron una denuncia muy peculiar en la comisaria de Apóstoles. En la denuncia declararon que estando muy cerca del colegio provincial Antonio Biale, algo hizo que perdieran completamente la noción del tiempo. Al recobrar el sentido, se dieron cuenta con gran temor que se encontraban sobre las vías del ferrocarril y un tren se aproximaba a gran velocidad. Por fortuna, lograron escapar ante la mirada de una extraña criatura que las obserbava. Describieron ésta aparición como un pequeño hombrecillo vestido con capa roja, y un gran sombrero amarillo. No sabían como ahabían terminado en las vías del ferrocarril, aunque recordaban que al momento de perder la conciencia, estaban hablando de la leyenda de “El Pombero”, en la que, por cierto, no creían pese a que lo habían oído muchas veces en sus casas. (Debajo un recorte del diario correntino el territorio)

Muchos testigos del campo afirman, todavía en la actualidad, que lo han visto. Puede molestar a sus enemigos tirándoles piedras o haciéndose invisible para luego mover las ramas de los árboles o imitar voces de animales salvajes o aparecerce como un asno sin cabeza y cosas por el estilo. Abre puertas y ventanas con violencia. Anuncia su presencia por un silbido agudo en medio de la callada noche. Busca asustar a la gente piando como ciertas aves cuando cae el sol, es otra forma de saber que el Pombero está muy cerca. Se dice que le gusta rondar a mujeres embarazadas porque piensa que es el padre o madres con bebés pequeños que no han sido bautizados y se les anuncia por las formas ya mencionadas.
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