Heidegger, Nietzsche y el Nacionalsocialismo

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Mensaje sin leerpor Master666 » 23 Feb 2013 21:37

Comparto un poco del material de lectura, que utilice para un proyecto de la facultad.

Nietzsche y Heidegger: El Nacionalsocialismo

1.- La subida de Hitler al poder.

Hubo manifestaciones sobrecogedoras del nuevo sentimiento de comunidad, juramentos de masas bajo bóvedas iluminadas, hogueras de regocijo en las montañas, discursos del Führer en la radio; y la gente se congregaba con vestido de fiesta en las plazas públicas para escucharlos, así como en el aula de la universidad y en las cervecerías. En honor de la toma de poder se ofrecieron cánticos corales en las iglesias. El superintendente general Otto Dibelius, el 21 de marzo de 1933, el “día de Potsdam”, dijo en la iglesia de San Nicolás: “Por el norte y el sur, por el este y el oeste sopla una nueva voluntad de Estado alemán, hablando en términos de Treitschke, la añoranza de no renunciar por más tiempo a “una de las sensaciones más elevadas en la vida de un hombre, a saber, la mirada al propio estado”. Sebastián Haffner, testigo directo, dice que es difícil reproducir el sentimiento de aquellas semanas. Este sentimiento constituyó la auténtica base del poder para el venidero Estado del Führer, “Fue -ni podemos decirlo de otra manera- un sentimiento muy difundido de redención y liberación de la democracia.” Ese sentimiento de alivio por el final de la democracia no se reducía a los enemigos de la república. Ni siquiera la mayoría de sus defensores veían ya en ella la capacidad de superar la crisis. Era como si se hubiera disipado un hechizo paralizante. Parecía anunciarse algo realmente nuevo: un dominio del pueblo con un caudillo y sin partidos, un Partido del que se esperaba que por dentro unificara de nuevo a Alemania y hacia fuera la hiciera consciente de sí misma. Incluso en los observadores más distanciados de los hechos se despertó la idea de que Alemania había vuelto a sí misma, a su propia casa. El “Discurso de la paz” de Hitler, el 17 de mayo de 1933, donde declaraba que “el amor y la fidelidad sin límites al propio pueblo” incluyen el “respeto” a los derechos nacionales de otros pueblos, tuvo su repercusión. El Times escribió: Hitler ha “hablado efectivamente en favor de una Alemania unida”.
La apropiación de Nietzsche por parte de ideólogos del nacionalsocialismo

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En este discurso del 17 de mayo de 1933 fue una obra maestra de propaganda engañosa, que conmovió al pueblo alemán profundamente. Lo unificó tras su jefe, junto con causar una impresión favorable y profunda en el mundo exterior. El presidente Roosevelt había pedido el desarme y Hitler lo había aceptado. Decía que Alemania no quería guerra y no tenía la menor intención de germanizar a otros pueblos. El mundo estaba encantado, Hitler hablaba con mesura y claridad. Pedía un trato igual a otras naciones. El 14 de octubre a Alemania se le niega la igualdad de derechos por parte de otras potencias. Como consecuencia, se retira de la Conferencia de Desarme y de la Sociedad de las Naciones.

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Hitler disolvió el Reichstag y anunció que sometería a plebiscito la retirada de Alemania de Conferencia de Ginebra. Desde ese momento el país intentaría rearmarse en franco desafío a cualquier tratado de desarme y al de Versalles. Se estaban produciendo violaciones al acuerdo. Las naciones aliadas no adivinaron lo que se estaba construyendo en Alemania. El 95% del pueblo aprobó la retirada. El 26 de enero de 1934 se anunció la firma de un pacto de no agresión, por 10 años, entre Alemania y Polonia. En un año en el poder de Hitler había terminado con la República de Weimar; había logrado la dictadura personal; destruido los partidos políticos, menos el nazi; borrado los gobiernos estatales y sus parlamentos; había unificado el Reich; destruido sindicatos; suprimido asociaciones democráticas; expulsado a judíos de la vida pública y profesional; abolido la libertad de palabra y de prensa y anulado la independencia de tribunales la política. Además, la economía y la cultura estaban bajo reglas nazis. Las SA contaban con 2 millones de hombres. Roehm quería que fueran la base del ejército. Hitler no quizo ofender a la oficialidad y rehusó la idea. Altos oficiales aceptaron a Hitler como sucesor de Hindenburg, que estaba a punto de morir, a cambio de que él calmara las ambiciones de Roehm y de reducir a la SA. El trato sellaba la dictadura verdaderamente suprema.

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Adolf Hitler en Weimar se hizo fotografiar frente al busto de Nietzsche. Richard Oehler, primo de Nietzsche y colaborador de Elisabeth Foerster en el Archivo, hizo reproducir la fotografía en el frontispicio de su libro Nietzsche y el porvenir de Alemania. En esta obra intentó mostrar el acuerdo profundo entre la enseñanza de Nietzsche y de Mein Kampf [Mi lucha]. Reconoce, es cierto, la existencia de pasajes de Nietzsche que no serían hostiles a los judíos, pero concluye.

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Lo que más nos importa es esta advertencia: “¡Ni un judío más! ¡Cerrémoles nuestras puertas, sobre todo hacia el este! (...) Alemania tiene ya su buen número de judíos, el estómago y la sangre alemanes deberán padecer largo tiempo antes de haber asimilado esa dosis de ‘lo judío’; no tenemos la digestión tan activa como los italianos, los franceses, los ingleses, que pasaron por el trance de manera mucho más expeditiva”. Obsérvese que esto es expresión de un sentimiento más general que exige que se lo escuche y que se actúe en consecuencia. “¡Ni un judío más! ¡Cerrémoles nuestras puertas, sobre todo hacia el este (incluida Austria)!”. He aquí lo que reclama el instinto de un pueblo cuyo carácter es todavía tan débil y tan poco marcado que corre el riesgo de ser abolido por la mezcla con una raza más enérgica.
No se puede dejar de considerar los intentos de apropiación de Nietzsche por parte de ideólogos del nacionalsocialismo como Alfred Baeumler. Semejante apropiación no dejaba de discutirse precisamente entre los ideólogos fuertes del nazismo. Ernst Krieck, por ejemplo, previene sarcásticamente frente a una adaptación de Nietzsche: “En resumen, Nietzsche era enemigo del socialismo, y lo era también del nacionalismo y del pensamiento racial. Si se prescinde de estas tres direcciones intelectuales, quizás habría podido salir de él un nazi destacado”.

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