
La Preparación:
Cuando procedieron los cargos penales contra los Nazis en los jurados de Nuremberg, muchos de los defensores se excusaban con una revoltura de ideas entre “Me estaban obligando” y “Yo sólo seguía órdenes”. El psicólogo de la Universidad de Yale, Stanley Milgram quería probar la voluntad de sujetos que obedecían una figura autoritaria. Tal vez él podía simplemente, ya saben, ¿preguntárselo a la gente? ¡Oh, no! Eso no sería lo suficientemente horrible.
En lugar de ello, llevó a cabo un experimento donde los sujetos se les asignaba un puesto de “profesores” y su trabajo era hacer una prueba de memoria a otro sujeto, localizado en otra habitación. La cosa era, que el otro sujeto era un actor.
Al sujeto se le decía que siempre que la otra persona diera una respuesta errónea, el debía de presionar un botón que le daría una descarga eléctrica. Un tipo con una bata blanca debía cerciorarse de que lo hiciera (nuevamente, ninguna descarga fue realmente dada, pero el sujeto de prueba, por supuesto, no sabía esto).

El sujeto comenzaba con una descarga de 5 volts que se iría incrementando con cada respuesta incorrecta cada vez que se presionara el botón, el actor, desde el otro lado de la habitación, gritaría y rogaría porque se detuviera.
Así que ¿pueden adivinar cómo resultaron las cosas?
El Resultado:
Muchos de los sujetos comenzaron a sentirse incómodos después de cierto punto, y dudaban en continuar con el experimento. Sin embargo, cada vez el sujeto con la bata de laboratorio los alentaba a seguir, la mayoría continuaba aumentando el voltaje, descargando cada vez más voltios sobre el tipo que gritaba. Muchos de ellos reían de manera nerviosa, porque reír es definitivamente la mejor medicina cuando estás soltando descargas eléctricas a través del cuerpo de otra persona.
Eventualmente el actor comenzaría a golpearse contra de la pared que lo separaba del sujeto que le administraba las descargas, gritando algo sobre su condición cardiaca. Después de unas descargas más, el sonido del otro cuarto se terminaba indicando que la víctima estaba muerta o inconsciente. Si tuvieras que adivinar, ¿cuál es el porcentaje de los sujetos que seguían entregando descargas después de este punto?
¿Cinco por ciento? ¿diez?
Entre el 61% y 66% de los sujetos continuaron con el experimento hasta que llegaron al voltaje máximo de 450, seguían dando descargas después de que la víctima se hallaba inconciente o muerta. Estudios parecidos, no muestran resultados distintos: Los sujetos inconscientemente infringían dolor a un inocente extraño mientras el tipo del laboratorio les decía que estaba bien.
La mayoría de los sujetos no objetaba hasta llegar arriba de los 300 Volts. Ninguno de ellos cuestionaba la continuación del experimento antes de ese punto (Toma en cuenta que en algunos casos, 100 Volts son suficientes para matar a un hombre).
Qué nos dice esto:
Tal vez te veas a ti mismo como una persona de principios, pero cuando ves a alguien a quien debemos obedecer, el miedo a “El tipo” es lo que hace que realices tareas que usualmente no harías. Y en este caso en particular sólo se trataba de un tipo con bata de laboratorio –imagínalo con un uniforme o muchas medallas.
Charles Sheridan y Richard King tomaron este experimento un paso más allá, pero pidieron a los sujetos darle una descarga eléctrica a un cachorro por cada acción incorrecta que hiciera. A diferencia del experimento de Milgram, esta descarga era real. Exactamente 20 de 26 sujetos, continuaron hasta la descarga más alta.

Jajajajaajajajajajaj

Casi el 80%! . Piensa en eso cuando estés caminando en el centro comercial: 8 de cada 10 personas torturarán a un cachorrito si un tipo con bata de laboratorio se los pidiera.