Hola amigos, vengo a contarles una historia que me contó mi abuela porque me quedaba despierto hasta altas horas de la madrugada (7 a.m. o incluso más). Ella me decía que la noche es de las almas, que nosotros tenemos que dormir.
Esta leyenda cuenta la historia de una anciana, a la cual le encantaba coj... coser. Ella vivía junto a su esposo, residían en una casa humilde, en un barrio alejado del centro.
En su casa, precisamente en el living, se hallaba una peculiar ventana que daba hacia la vereda, y desde ella atendía a sus clientes cada vez que llamaban dando golpecitos.
Se dedicaba a coser, amaba coser, incluso pasaba largas horas por la noche cosiendo y cosiendo mientras su esposo le insistía en que debe dormir, pero ella no hacía caso y seguía haciendo lo que le gusta.
Y así fue por siempre, o hasta que ocurrió lo que ocurrió aquella noche.
Eran las 4 a.m, una noche demasiado oscura, sin luna, el frio abrazaba el cuerpo de la anciana mas no era suficiente para detenerla. Ella, como de costumbre, se encontraba cosiendo en absoluto silencio, hasta que un sonido interrumpió su tranquilidad. Se sobresaltó, eran golpes, alguien llamaba a su ventana.
―¿Quién puede ser a esta hora?― dijo en voz baja, mientras se levantaba de su mesedora para ir a ver de dónde provenía el sonido.
Su piel se volvió pálida de repente al ver una señora detrás de la ventana, una señora que aparentaba tener alrededor de 80 años. Sin embargo se armó de valor y fue directo hacía a ella. Mientras abría, le dijo:
―Doñita, ¿no cree que es muy peligroso andar sola a estas horas de la madrugada? ―¿Me puede guardar esta cajita?― dijo la señora, ignorando por completo la pregunta.
―Está bien― exclamó, mientras tomaba el pequeño cofre que le daba esta extraña mujer.
La situación se tornó inquietante, no sabía que contenía dicho cofre pero aún así accedió a guardarlo, dejándolo en uno de sus muebles.
Volteó a pedir explicaciones a la señora, qué era lo que quería, pero se llevó una gran sorpresa al darse cuenta de que ya no estaba ahí,
se había ido.La curiosidad por saber qué contenía esa cajita crecía al mismo tiempo que pasaban los minutos.
Una hora después, sin señal alguna de aquella misteriosa mujer que había venido, se dirigió decidida a abrir el cofre.
Se tranquilizó al ver que solo eran velas, y aprovechando que se había cortado la luz unas horas antes, las prendió para iluminar la habitación y poder continuar con lo que estaba haciendo.
La habitación se oscureció de repente. Dedució que las velas se habían acabado, pero un frio recorrió su espalda al ver que las velas ya no estaban, y en su lugar habia huesos.
Los nervios atormentaron a la anciana durante todo el día, y aunque intentaba no podía quitarse de la cabeza un segundo lo sucedido. Pensó que para evitar algún tipo de maldición debería dejar los huesos en la ventana a la misma hora que pasaba esta señora.
Lo hizo. A las 4 a.m. dejó los huesos en su ventana abierta y fue a dormir.
A la mañana siguiente los huesos ya no estaban. Este suceso asustó tanto a la anciana que desde aquel entonces decidió no volver a amanecer cosiendo.
Y esa fue la historia que me contó mi abuela, sentí miedo por varios días pero igual sigo jugando hasta muy tarde jajajaja. Espero que les haya gustado.